Guión y dirección: Pete Docter y Bob Peterson/ Música: Michael Giacchino/ Producción de Pixar presentada por Disney en versión original subtitulada o doblada al castellano/ 96 minutos/ Apta para todo público.
No es coincidencia que en el 70 aniversario de El Mago de Oz se estrene Up, una película que habla sobre el valor de encontrar el espacio que nos corresponde sobre la tierra. Disney y Pixar no se viene con pequeñeces: a juzgar por mi disfrute de un par de sus creaciones, he llegado a pensar que sólo se dedican a retratar personajes dignos de clásicos, que perduran en el tiempo y se quedarán por siempre en nuestra memoria como referente de grandes héroes. Esta vez, la unión de estas dos magnas compañías nos regala -envuelta en papel de lujo- una historia llamada Up, un cuento que hace alusión a muchas otras obras que podemos haber visto, como El castillo ambulante de Hayao Miyazaki, pero que resalta por sí mismo con una fuerza admirable.
Pete Doctor, director de Monsters Inc. y coguionista de la saga de Toy Story y de la memorable Wall-E, nos concede la historia sobre Carl Fredricksen, un anciano viudo y hosco de 78 años, y sobre el niño que se convertirá en su compañero de aventuras, Russell, un boy scout rechoncho de ocho años. Sin duda que Up no se entiende dejando de lado el prefacio que antecede a la aventura: la narración que de manera breve y limpia nos ilustra la infancia de Carl y el encuentro con una pequeña y despeinada amiga que luego se convertirá en su esposa, Ellie. Esta micro historia nos sensibiliza el cuerpo, poniéndonos ansiosos por ver a Carl bendito por algún buen pasar en su vejez, para así contrarrestar el dolor de haber perdido a su compañera del alma.
Comienza el viaje. Carl está motivado por hacerle un homenaje a su esposa fallecida, haciendo volar su casa con miles de globos, para así poder llegar a un lugar al que ella siempre ansió ir. Arriba de esa casa ya se nos ensalza el alma que remata con los paisajes que fueron tomados de locaciones reales de Venezuela, Brasil y Guyana. En medio de este “ensueño”, el hogar de Fredricksen será nuestro punto de referencia durante toda la obra, y de hecho él lo cuida como si se le fuera la vida en ello, reparando siempre en un retrato que tiene de Ellie. Cuando entra en escena Charles Muntz, viejo, mítico y despiadado explorador al que Carl admiraba, vemos cómo la casa comienza a estar en peligro, hasta ya la perdemos y sentimos un crac en nuestro corazón; sin embargo, la historia va más allá. No se queda en la pérdida o no de una vivienda, se trata de que Carl y su pequeño acompañante aprendan a encontrar (¿o a volver?) a dónde pertenecen y que así encuentren su residencia. De este modo, reflexionamos que la CASA no es un lugar físico, es un sitio en donde uno debe estar, el lugar y espacio al que uno pertenece en un momento indicado. Claro, el hogar que tenían Carl y Ellie tuvo su necesaria vida y sentido cuando estaban casados, todos esos años de proyectos, alegrías y penas juntos; ahora que ella ha partido urge que Carl siga viviendo, no vegetando, es elemental que se abra a las oportunidades y a las compañías que le regala la vida, es importante que, como le escribe la misma Ellie, vaya por más. Up es la historia de cómo el anciano Carl Fredricksen descubre su camino de vuelta a casa. Ver Up es reflexionar sobre lo alto, sobre valores universales, sobre lo que se nos olvida. Ver Up es gozar y recordar aquello de lo que estábamos seguros cuando éramos niños. Ver Up es doblar las rodillas ante la nostalgia, ante el amor sin apellidos, ante el juego sin trabas.