
– ¿Cómo no me va a dar un poco de pena que se haya muerto Michael Jackson?
– No tendrías por qué, no eras fan ni nada.
– Pero me gustaba su trabajo.
– Como a todos un poco, el tipo tenía talento.
– Lo que pasa es que ya era un personaje tan masivo, tan del público, que de alguna manera llegué a pensar que era inmortal.
– ¿Inmortal? ¿Lo dices por la supuesta cámara hiperbárica en que dormía?
– No, no, lo digo porque ya era un personaje de esos con mayúscula. Piensa: el viejo pascuero o el ratón pérez no se mueren, son infinitos. No tenía permiso para morirse, igual que ellos, ¿me entiendes?
– Yo creo que no está muerto.
– Bah, el típico mito de la gran estrella…
– Si sé, lo mismo que Elvis. Pero yo creo que esta vez es verdad, es sólo para crear alboroto mediático. Él estaba muy retirado y esta es su vuelta.
– Lo que pasa es que tú también piensas, inconscientemente, que es inmortal. Esa es tu respuesta: Michael Jackson no tiene permiso para morirse, luego, Michael Jackson no está muerto, anda de parranda.