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¿Cómo es ser una mujer ideal?

RETRATO-MUJER

¿Cómo es ser una mujer ideal? ¿No será que tenemos que preguntarnos primero respecto a qué? Nos sumergimos hoy en un mar de imágenes fragmentadas que nos promueven cómo deberíamos ser las mujeres. Un retoque por aquí y otro por acá, gracias a Dios que Photoshop existe y sigamos adelante.

Vamos chequeando: Cuerpo trabajado, carrera en desarrollo, siempre subiendo obviamente, hijo(s) para completar el esquema “plantar un árbol, escribir un libro y tener un hijo”. Así es la mujer, como se dice una y otra vez hoy en día, “empoderada”. Y de empoderados parece ser el reino de los cielos: Mujeres, estudiantes, trabajadores, niños, animales, hombres… ¿En qué momento se empezó a tratar todo acerca de ponerle el pie encima al otro?

Trato de seleccionar a una mujer que sea ejemplo de vida a los ojos de Dios, pero se me vienen tantas a la cabeza que se agolpan y no sé por cuál decidirme. Puedo nombrar algunas de mis favoritas: Santa Teresita de Lisieux, la mismísima Virgen María, Santa Teresa de los Andes, Santa Teresa de Ávila, Santa Clara de Asís, Santa Hildegarda, Santa Faustina, la escritora Flannery O´connor… pero temo que al quedarme con una sola pierda una de esas tantas cualidades que las adornan.

Sospecho también que si tratara de describir a la mujer ideal enumerando las cualidades de cada una, a modo de hacer una mujer modelo de laboratorio, el resultado sería yo imitando a Mary Shelley cuando creó Frankestein. No quisiera ser injusta ni crear un engendro. Tampoco soy dada a las artes manuales, por lo que aseguro que no podría urdir una buena criatura. Lo que sí puedo hacer es compartir las luces que a mi me guían para entender esto de la feminidad a los ojos de Dios.

Cuando dicto clases de Literatura siempre les he hablado a mis alumnos sobre el camino del héroe, inspirándome especialmente en la obra “El viaje del escritor” de Christopher Vogler. En ella se nos describe el periplo estándar de todo héroe que se puede ver en películas y obras de distinto formato. Y cómo podemos observar al protagonista (no tiene por qué ser una héroe de capa, puede ser incluso un animal o un simple mortal) pasar de su mundo ordinario al ficticio, recibir la llamada a la aventura, rechazarla muchas veces por sentirse incapaz y luego aceptar y pasar a todas las etapas posteriores que lo llevan, de alguna y otra manera, a terminar la hazaña fortalecido y triunfador.

Esta fórmula es la que a nosotros, espectadores y lectores, lograría atraparnos. Es también la que supuestamente permitiría que una obra “funcione”, es decir, tenga éxito. Sospechando que cualquiera de nosotras puede ser uno de estos héroes llamados a la empresa más descabellada que pueda existir, nos situamos en el planeta Tierra siendo mujeres, madres, hermanas, tías, abuelas, etcétera, sorprendidas por una vocación, un llamado a la aventura, que a veces llega como convidado de piedra.

Este llamado a la aventura nos saca de nuestro mundo común y corriente y nos invita a recorrer caminos que nunca han sido transitados, porque son todos distintos y vírgenes. Son caminos que se pueden describir de boca a boca, de generación a generación, pero las rutas y los itinerarios van mutando misteriosamente. ¿Escalofriante? Muchas veces. Ante este escenario es normal haber querido quedarse en la comodidad del mundo común. Pero algo nos hace dar el paso de querer llevar a cabo la empresa desquiciada. Y ese algo es lo que cada una tiene que descubrir.

Cuando escribo estas líneas no puedo dejar de pensar en mujeres de mi vida: Mi madre, mi hermana, mi suegra, cuñadas, mis abuelas, mis amigas. Cada una de ellas tiene historias particulares y podría escribir una novela con sus historias. Todas notables con sus sellos. ¡Qué difícil les fue tejer esa trama que las constituye! Pero creo que a ninguna de ellas les gustaría que hablara de sus intimidades, por lo que eso de “cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia” tampoco va a funcionar. En todo caso, de algún u otro modo, querámoslo o no, uno siempre termina escribiendo desde uno mismo, y esto también significa acerca de su entorno.

Me perdonará J.R.R. Tolkien al utilizar una frase de la película basada en su obra “El Hobbit”, que corresponde al momento en que la hechicera elfa Galadriel le pregunta a Gandalf por qué ha elegido al hobbit Bilbo Bolsón para ir a una aventura que parece ser mucho para él. Gandalf le responde: “Yo he descubierto que son las cosas pequeñas de las acciones diarias de las personas ordinarias lo que mantiene a raya a la oscuridad. Actos simples de amabilidad y amor.”

Creo que todos somos un poco Bilbos, con nuestros apegos, comodidades, baja estatura física y moral, pero tenemos vocación de aventura. Santa Teresa de Ávila lo intuyó de manera hermosa al hablar de nuestros castillos interiores, de las moradas, del laberinto al que nos tendremos que enfrentar, porque no todas estamos llamadas a la vida activa, vaya qué necesidad tenemos de la vida contemplativa que nos sostiene como Iglesia en base a sus oraciones y ayuda espiritual.

Cada cual en su llamada, que decíamos puede ser muy disparatada, pero seguramente al final nos hará sentido, como si se tratara de un plan trazado desde la eternidad para el bien de todos, encandilándonos en la meta con la felicidad. Qué necesidad de hacernos conscientes del tiempo que nos queda para poder ser armonía en un mundo chiflado.

Somos combinación de sonidos acordes en la alegría y contenemos en los momentos oscuros. Como cualquier orquesta contamos con varias familias de instrumentos musicales: laicas, consagradas, religiosas, casadas, solteras, etcétera. La obra que será ejecutada depende de todas, de cada una individualmente.

¿Cómo saber cuál instrumento será cada una? ¿Qué le toca a cada una? San Ignacio de Loyola hablaba del “discernimiento de espíritus” en relación a este tema. Saber cuál es la voluntad de Dios y dónde tengo que estar en la Tierra signifca tener en cuenta para qué fuimos creados los humanos, nuestros fines que, como asegura San Ignacio, son alabar, hacer reverencia y servir a Dios nuestro Señor, y mediante esto salvar (nuestra) ánima.

Entendemos con esto que no hay fórmulas, que tenemos que partir de nuestra libertad, porque Dios nunca nos va a obligar. Pero lo que sí sabemos es que si hacemos un consciente discernimiento, sea lo que sea que decidamos, tendremos que aventurarnos por un camino que nos realizará como personas y que nos completará en el Amor.

Un camino que no siempre será cuantificable y de producción visible, no siempre seremos aplaudidas por el mundo. ¡Si llega el éxito, excelente! Aunque algunas veces el mundo dejará espacio para nuestros talentos, habrá también veces en que sentiremos que nos están poniendo a prueba, pero una prueba dulce porque, tomando en cuenta a dónde nos dirigimos, sabemos que tenemos el triunfo asegurado.

Gabriela Mistral lo dejó por escrito con maestría: “Tengo un día. Si lo sé aprovechar, tengo un tesoro”. Y es justo en este día rutinario cuando podemos estar recibiendo nuestra llamada a la aventura. Con capa o sin ella. Empoderadas en la aventura, por supuesto.

© 2017 – Magdalena Palacios Bianchi para el Centro de Estudios Católicos – CEC

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Castor a la vista

© Public Domain

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Fue así como un día se enfrentó cara a cara con la temida página en blanco. La miró de reojo, como si no quisiera nada con ella, rondó a su alrededor vitrineando tiendas imaginarias y luego, cuando la inmaculada se hubo olvidado de la presencia de la extraña, la mujer le hincó el diente con rabia, como echándole la culpa por todo el tiempo en que no había sido capaz de escribir. “Te voy a agotar, te voy a dejar sin una gota de vida”, juró.

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Migas

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Dime si era tuyo o mío. No vaya a ser que cuando lo encontremos esté roto o ya no lo queramos. Recuérdame si estábamos buscando el verde o el blanco. Hay tantas y tantas posibilidades que leer y escribir ya no es tan atractivo. Hay tantos técnicos, tanta buena pluma y poco complemento entre eso y el contenido, entre el sentido y la forma, entre lo que le da sabor, dolor y alegría a la existencia, que yo me pierdo buscando monedas de 1 peso entre las ranuras de la calle. Dime si me acompañabas mientras buscábamos esas migajas, dime que no estaba yo sola creyéndome trapecista, dime que no nos come el mundo. Dime que he salido de la sequía. Asegúrame que puedo volver a sentarme, pensar una frase bella y seguir hilando de ahí en adelante como si yo no hubiese hecho ningún esfuerzo. Regálame esa fecundidad.

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Welcome to Miami, bienvenido a Miami

¿indios miamis?

¿indios miamis?

Miami. Esta ciudad de los Estados Unidos de América recibe su nombre de los indios miamis, que habitaron en el pasado la zona de su asentamiento actual. En español debe decirse [miámi], no Marca de incorrección.[maiámi] ni Marca de incorrección.[mayámi], pronunciación que, aunque frecuente en el español de América, corresponde al inglés, no al español. Si no es aceptable pronunciarlo a la inglesa, tampoco lo es trasladar esta pronunciación a la escritura en la forma Marca de incorrección.Mayami. Su gentilicio es miamense: «Los miamenses que viajen a Santiago de Cuba en los próximos días deben tomar medidas de precaución» (NHerald [EE. UU.] 25.6.97). No se admite el gentilicio Marca de incorrección.mayamero, derivado del topónimo anglicado antes censurado.

Ya sabe, ¡usted no lo diga!, ejemplo: «Ningún premio académico que se entregue en Mayámi puede ser serio»

Diccionario panhispánico de dudas ©2005
Real Academia Española © Todos los derechos reservados

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«En su jardín siempre era invierno…»

El hombre de hojalata
(O cómo salvarte según los principios románticos y neoclásicos)

Bitácora añeja de M.

¿Te han roto el corazón? ¿las pruebas te hacen caer en densas crisis existenciales? ¿Terrores cósmicos? ¿heredero del príncipe Hamlet? NO LO PIENSES MÁS: únete al método “hombre de hojalata”.

1.    Transfórmate en una máquina sin corazón (NEOCLÁSICA) del conocimiento. Algo así:

…Pero llegará un día en que te des cuenta de que estás vacío como la lata que te cubre por tu necesidad de reglas o leyes para sobrevivir…

2.    Cede al ímpetu del hombre de hojalata (ROMÁNTICO) y, en libertad, clama por tu corazón:
En esta parte el hombre hojalata entiende que no es sólo materia, que también necesita espiritualidad, entonces, incluso sale a gozar de la naturaleza en la cual ve reflejada su espíritu aventurero. Y tala, le gusta talar árboles.


Pero sucede que me oxido cuando estoy talando árboles. Y ahí me doy cuenta de que ya no estoy vacío, pero algo sigue estando mal. Necesito aceite. Estoy tratando de entender los procesos históricos (literarios) para comprenderme a mi, pero por mientras ¡necesito aceite!

La eternidad está enamorada de las creaciones del tiempo

William Blake.

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San Pedro recibe a LeRoi Moore

Habrá fiesta y rock en el Cielo. Están todos invitados.

Leroi Moore falleció ayer en el Presbyterian Medical Center de Hollywood, a consecuencia de las heridas que sufrió en un accidente automovilístico, el pasado mes de junio.

EFE

El saxofonista y miembro fundador de la Dave Matthews Band, Leroi Moore, murió ayer a los 46 años, en el Presbyterian Medical Center de Hollywood, en Los Ángeles, tras una repentina complicación, luego de protagonizar un accidente automovilístico, el pasado mes de junio, según informa Billboard.

El músico sufrió una perforación de pulmón y varias costillas rotas, lo que le obligó a abandonar el resto de la gira musical de la banda, y tuvo que ser sustituido por Béla Fleck y Jeff Coffin, miembro de The Flecktones.

Tras ser dado de alta, Moore regresó a su casa de Los Ángeles para iniciar un programa de rehabilitación, sin embargo, y luego de presentar algunas complicaciones, tuvo que volver a ser hospitalizado el 17 de julio.

Aún no está claro a qué se debieron las complicaciones en su estado de salud.

El saxofonista, nacido el 7 de septiembre de 1961 en Durham (Carolina del Norte) fundó la banda en 1991 junto con el guitarrista y cantante sudafricano Dave Matthews, apostando por la mezcla de sonidos folk, rock y jazz.

Moore era un músico polifacético que le gustaba participar en sesiones de improvisación en las que mostraba sus dotes con los distintos tipos de saxofón (bajo, barítono, tenor, alto y soprano), así como la flauta y el clarinete bajo.

Según la web oficial de la Dave Matthews Band, la principal influencia de Moore, que recibió primero una formación clásica, fue el jazz.

Precisamente fue esa formación la que le permitió tener los conocimientos para improvisar y probar nuevas ideas. Eso le llevó a emprender algunos proyectos aparte del grupo, como el álbum «Code Magentàs».

Actualmente la banda estaba compuesta por Dave Matthews (voz y guitarra), Boyd Tinsley (violín), Stefan Lessard (bajo), Carter Beauford (batería y percusiones) y Leroi Moore (saxofón y flauta). Entre sus éxitos están «Remember Two Things», «Under the Table and Dreaming», «Stand Up», «Crash», «Busted Stuff» y «Everyday».

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Antón P. Chéjov

La vida es una marcha hacia la cárcel. La verdadera literatura debe enseñar a escapar o prometer la libertad.

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Kiss: así en la vida como en los cuentos

Truman Capote por Carl Van Vechten, 1948.

Truman Capote por Carl Van Vechten, 1948.

Simplifica. Simplifica. Simplifica.

En la narración, como en la vida, el “KISS” (Keep It Simple, Stupid) se debería aplicar muy seguido.

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¿Y dónde está el piloto?

Dos grandes, Pixar y Disney, nos cautivan esta vez con su última creación, Wall-E: una historia que no trata sólo de un robot -de ahí el título, el nombre del protagonista- y su tarea heroica en una tierra apocalíptica, una trama que no trata sólo de Wall-E y su historia de amor con Eve, una robot mejor que él, un cuento, un fábula, que no nos habla solamente del personaje principal, sino de todos nosotros, del camino heroico que significa aprender a ser hombres con los pies bien puestos sobre la tierra. Un robot que enseña a ser hombre.
La veracidad y simplicidad de esta película comienza con su presentación pues prácticamente no hay diálogos, demostrando cierta verdad en el típico sermón que se le da a los escritores de ficción: “show, don´t tell” (muestra, no digas). Con las primeras escenas del robot protagonista reciclando basura, guardando recuerdos, escuchando un viejo musical en un VHS, cargando su batería la sol, en fin, viviendo la simple rutina de su día, nos enteramos quizá de muchas más cosas (incluso más agudas) de las que podríamos saber sólo escuchando un diálogo entre Wall-E y su amigo cucaracha, por ejemplo. Se agradece que los creadores dejen esos espacios y le permitan pensar al espectador.
No es menor detalle el nombre de la gigante nave espacial en donde vive la humanidad “a salvo”: Axiom, una nave en la cual sus tripulantes tienen una proposición tan clara y evidente que la admiten sin necesidad de demostración. Ellos, lo que queda de los seres humanos, unos obesos mórbidos que han perdido hasta su forma material a causa de que las máquinas hacen todo, hasta el punto de ocuparse de sus relaciones sociales y alimentación, se limitan a vegetar y así cumplir con el único rigor de nacer, crecer, reproducirse y morir. Han perdido la curiosidad al creer estar viviendo en el tope de lo que podrían experimentar, divinizados, sobreviviendo en modo piloto automático. Nada más soporífero. En cambio, la curiosidad (de latín cur, por qué) que notamos desde el principio en Wall-E lo hace ser muy originalmente humano al querer resolver el problema de ese mundo devastado, mientras que los rechonchos del espacio creían tener todas las respuestas dentro de la nave Axiom. De hecho el primer despertar de curiosidad de la humanidad lo vemos casi al final en el capitán de la nave cuando le pide a la máquina central que defina lo que es bailar. Después de eso vendrá el poner en duda al piloto automático y al anuncio del presidente de Buy n Large que dice que la misión de re-habitar la tierra no será posible. Justamente lo imposible es el tema del robot protagonista, pues él, siendo una máquina pasada de moda, lerdo en movimientos, tiene la curiosidad necesaria, y con ello la astucia, que lo lleva a intuir que él puede resolver el problema del colapso de la tierra de alguna forma, no sabe bien cómo, pero cree que de alguna forma u otra lo puede lograr. Trabaja día a día en la tierra sin preguntarse, sin teorías, sabe que está vivo y que, estándolo, tiene una misión. En cambio, los inteligentes, los robots de avanzada, el piloto automático, el presidente de Buy n Large, aseveran que es irracional volver a la tierra pues la misión de limpiar el planeta había fracasado. Claro, es irracional, no hay nada más lógico, pero la idea de haber encontrado una mínima planta en el planeta tierra, permite a Wall-E y a su amada robotina, Eve, sospechar que no es tan descabellado aterrizar. Los robots que conocemos a través de la película hacen su trabajo sin cuestionarse, pero a excepción del dictador piloto automático, tienen buenos fines. Entendemos entonces que el papel principal lo debería llevar un ser humano racional, pues los robots sirven para servir al hombre, no para tomar decisiones sobre su camino. Cuando el capitán de la nave despierta de su sopor y está dispuesto a luchar cuerpo a cuerpo con el piloto automático con tal de llevar a toda la humanidad que tiene a cargo de vuelta a casa, entendemos que nuestra historia tiene una segunda oportunidad, esta vez quizá con el doble de esfuerzo.
Es así como Eve y Wall-E se reconocen en medio de un lugar que es todo menos el Paraíso. Lo que fue la tierra. Es la herencia de la humanidad, de los hijos de Dios. Ellos, hijos de hombre, deberán enseñar a volver a los humanos a donde pertenecen. Deberán motivarlos a volver-a-la-tierra con todo lo que ello implica. El músico inglés Peter Gabriel no pudo ilustrar mejor esta idea en la banda sonora de la película, titulando la canción principal Down to the earth, evocando la idea de volver a ser personas con los pies bien puestos sobre la tierra, ganándole a la fuerza de gravedad de la divinización del hombre. Extrañamente, en la historia que nos convoca, el maestro esta vez es un robot: de cara a él a nosotros nos quedaría aprender a ser, de nuevo, muy hombres.

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And death shall have no dominion

Ellos compartían cierta imagen: una sala a media luz, una mesa central con un par de vasos, un sofá. Un ambiente casi británico como los que se asomaban cuando podían atisbar ciertas casas de preferencia personal. En parte, la fina selección de sus lugares idílicos: la sombra generosa, el sol a veces necesario, esa oscura mesa central que está de acuerdo con cada cosa que dice la música de la radio fetiche. Los vasos, reflejando con limpieza la luz que podrían recibir, mostrando lo mucho que han sostenido. El piso un tanto desnivelado que parece tragarse el sofá verde. Sofá voraz, glotón. A veces, libros sobre la mesa, otras, vasos sobre los libros.
Incluso en las imaginaciones ellos podían sentir el ruido que produciría la calle, sonido que adormecería, en parte, la radio. En fin, la imagen (en rigor) de la paz, anunciadora de que todo estaba bien, de que estaban en el lugar correcto y que no había motivo alguno para cambiar de rumbo.

Fotos: Postal del Día / Edición: A.Chamy | Foto propiedad de El Mercurio 07/06/2008

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