Fue así como un día se enfrentó cara a cara con la temida página en blanco. La miró de reojo, como si no quisiera nada con ella, rondó a su alrededor vitrineando tiendas imaginarias y luego, cuando la inmaculada se hubo olvidado de la presencia de la extraña, la mujer le hincó el diente con rabia, como echándole la culpa por todo el tiempo en que no había sido capaz de escribir. “Te voy a agotar, te voy a dejar sin una gota de vida”, juró.
Qué buena sorpresa me llevé hoy en el Teatro Municipal de Santiago. Los Tres, el ballet municipal y la dirección de Eduardo Yedro lograron crear el ambiente perfecto de la bohemia porteña. Muchos de los que estábamos ahí no sabíamos si íbamos a ver a la banda como protagonista o bien a los bailarines, y la verdad es que, gratificantemente, se podía notar cómo artes hermanas se complementaban a la perfección. Ninguna peleaba por su papel principal. Simplemente hacían cada una bien su papel y se daban la mano en cada dificultad. Lo cierto es que las letras de Los Tres (especialmente las que más aparecen en la obra, de sus discos La espada y la pared y Fome) pueden dejar cierto sabor amargo al narrar una historia. Muchas veces en mi adolescencia me pregunté realmente de qué se trataban las canciones de Los Tres, pero sólo me podía aferrar a una que otra línea que tenía sentido, casi siempre por sí sola. Hoy, al estar a pocos metros del escenario, entendí que las letras de Los Tres hacen «clic» en 30 & Tr3s horas bar. Es como si esa música se hubiera hecho especialmente para esta obra: para un ambiente de los años 20 ó 30, en un bar, mejor cerca del mar. Imaginemos: qué le importa a un dichoso embriagado si la letra está narrada correctamente según el santo manual de los críticos de literatura; lo que importa es que se quede dando vueltas en la cabeza alguna que otra frase que nos dice algo sobre nuestra vida. Cuando un personaje amigo de Baco descubre esto, es como si su existencia tuviera orden y luz. Así sí que dan ganas de pararse a bailar. Sin duda esta preciosa mezcla de arte de lujo es una apuesta que dio en el clavo y que le entrega a Chile, y especialmente al Teatro Municipal, un desafío para el futuro.