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Contra la rutina



Clara (9) mira a su hermano Juan (7). Luego mira por la ventana de su departamento, que da a la cordillera. Suenan truenos. El viento mece los árboles con ímpetu.

Clara: se acabó la fiesta. Se acabaron las vacaciones. Mañana al colegio de nuevo. (…) Me pregunto por qué este día está tan oscuro. La cordillera luce extraña, como si fuera a explotar en cualquier momento.
Juan: ayer se escondió la luna, ¿viste?
Clara: ¡sí! Se escondió y ¿sabes lo que dice la mamá sobre la luna escondida?
Juan: Emmmm, no… ¿de verdad realidad o de imaginación?
Clara: ay, Juan, de verdad…

Clara agranda los ojos queriendo expresar misterio. Juan abre un poco la boca involuntariamente. Siempre le pasa cuando escucha con atención.

Juan: ¿me va a dar miedo?, ¿es como la leyenda del caleuche? Mejor no me cuentes. ¿Es como la llorona, como el trauco, como la señora perro que me contaste la otra vez? Ya, bueno, ya, cuéntame.

Clara: no, tonto, no es una leyenda, es algo que vio la mamá cuando era pequeñita. Me contó una vez que vio esconderse la luna y que la siguió. Sí, así, escondida, para que nadie la pillara. Y de pronto, cuando estaba cerca de las faldas de la cordillera vio que la luna se colaba por una cueva y se quedaba ahí ocultada.

Juan: ¿ya, en serio?

Clara: sí, eso me dijo. Y que cuando la luna se quedó escondida en la cueva de la cordillera hubo un silencio grande y luego ¡pom, pom, pom!

Juan: ¡¿qué cosa?!

Clara: escuchó como un sonido de un corazón latiendo…

Clara gozaba mirando la cara de expectación de Juan, era un aliciente para seguir hilando su trama. En eso estaban cuando entre tueno y hojas y árboles meciéndose por el viento, vino un silencio y luego un discreto pom, pom, pom. Clara y Juan se miraron y gritaron con tanta fuerza que su madre vino a ver de qué se trataba el escándalo.

Juan: ¡mamá! ¡la luna está escondida en una cueva de la cordillera!

Mamá: ¿qué cosa? Miren la hora que es y ustedes despiertos. Mañana es su primer día de clases ¡a acostarse!

Juan: pero mamá es que la luna se escondió como tú viste cuando niña y la escuchamos latir. ¡Recién!, ¡escucha!

Mamá: yo no escucho nada, solo el despertador que sonará en mi oreja a las seis de la mañana. ¡A acostarse dije!

Y Clara muy calladita en un rincón del living. Luego en la batalla de lavar los dientes, poner pijamas y bajar las revoluciones, Juan logró explicarle a su mamá lo que le había contado su hermana. Mamá simplemente miró seriamente y de reojo a su hija y le aseguró a Juan que todo estaba bien, que mañana la luna volvería a estar en su lugar, como siempre.

Mamá: seguro que alguien se dará la molestia de poner la luna en su lugar, amor.

Cuando los niños se durmieron, mamá abrió la ventana y pudo escuchar el suave latir del astro. Respiró profundamente y sonrió.

Mamá: Tengo dos aventureros a los que les encantaría conocerte. ¿Por qué has vuelto?

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